jueves, 7 de abril de 2011

A donde llegaron a parar mis alas...

Tú, que caminas de noche y maúllas de día.



Tú…



Que te escondes en un mar de soledad.



Que no lloras ni te ahogas,



total,


qué más da.


Tú.


Que eres un cobarde disfrazado de salvación.


Mi salvación con una sonrisa pintada en la cara.


Que tus alas están ajadas y caídas…


Que no tienes ganas de vivir la vida.



Tú.


Que eres dulce y amargo,


frío y duro como el acero de los barcos.


Que no gritas y no dejas que nadie lo haga.


Tú, que enmudeces cuando no sabes.


Tú, que la nada se ha convertido en tu realidad.


Que las ganas las pone otro.


Otra.


Da igual.



Tú. Sólo tú.

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