Odio que nunca me cojas el teléfono.
Que siempre tengas una excusa.
Odio creerte.
Y no saber si mientes.
Que siempre tengas una excusa.
Odio creerte.
Y no saber si mientes.
Odio el recuerdo que ya no tengo.
Y la sensación de después de verte.
Siempre amarga,
Agridulce.
Y la sensación de después de verte.
Siempre amarga,
Agridulce.
Odio cada mínima esperanza.
Y los celos estúpidos que me invaden.
Odio que aunque no te eche de menos,
no quiera verte con otra mujer.
Y los celos estúpidos que me invaden.
Odio que aunque no te eche de menos,
no quiera verte con otra mujer.
Odio esta pizca de amor que se niega a abandonarme.
Que reniega del tiempo,
de la distancia,
de la indiferencia.
Que reniega del tiempo,
de la distancia,
de la indiferencia.
Odio cada sonido de tu voz cuando no va dirigido a mí.
Y cada sonrisa.
Y cada sonrisa.
Odio el egoísmo que me invade irremediablemente.
Odio saber controlarlo.
Y que me coma a solas,
a oscuras,
en la lejanía.
Odio saber controlarlo.
Y que me coma a solas,
a oscuras,
en la lejanía.
Odio tu vida sin mí.
Y cada tiempo disfrutado en mi ausencia.
Odio no poder odiarte.
Y saber hacer siempre lo correcto.
Y cada tiempo disfrutado en mi ausencia.
Odio no poder odiarte.
Y saber hacer siempre lo correcto.
Odio seguir estando.
Y no poder dejar de hacerlo.
Y no poder dejar de hacerlo.
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